Gracias por dejarme solo.
Pequeña consideración. Desde que empecé a escribir a esa edad entre colérica y veloz de los quince años, la misma edad con la que dejé de hacer sonar las campanas del sueño de pintor, ponía mis esfuerzos secretos a casi plagiar las obras que me hacían sentir menos solo, menos incomprendido y reprimido. Intenté de a ratos escribir poemas pero nunca se me ha dado bien el ritmo y las estructuras, hoy por hoy sigue siendo así aún cuando ya he llenado bajo mis esfuerzos cuadernos de poemas que cada vez que los leo no me reconozco ahí, no me acuerdo de ellos, no son memorables. Se que los escribí por la madrugada, casi todos, y en condición somnolienta sin pensar mucho, sin buscar las palabras exactas, sin necesidad de plagiar a nadie pues no me entretenía divagando entre el ojo espectador y la salvaje autocrítica. Escribía y ya. Sacaba las espinas del pescado por así decirlo, con la mano entera, despedazando(me) un poco el tiempo y maltratando al papel. Aunque no recuerdo mucho los versos, ...