Voy a volar todo por los aires. La explosión será digna de ver, no en el cielo, en el suelo será el despliegue de un solo color: el rojo candente, fresco, escarlata, delicioso carmín crepuscular. Solo necesito comprar el fuego, el aire que lo alimente. Debo encontrar quién este dispuesto a morir encima de las páginas que suplican un poema que no puedo escribirte. Las fotos arden en mis ojos. Las nubes dirán el tiempo, si llueve, si no llueve. Estos pinceles, estos nudillos, están ansiosos de una celebración y, dejame decirte, que se la merecen como tanto vos morir, pero quizá no tan literalmente. La paciencia se agota en esta negociación interminable, entre negroni y negroni, entre café y acidez estomacal, se desmorona la máscara de amabilidad en la que me he recubierto; la que vos mejor conocías. Encontrémonos entonces antes de que el día se termine, antes que la noche acabe, antes que pidas otro trago, antes de que surja la excusa permanente para dejarme sentado como un perro obediente, no querida ¡NO! ¡Se me acaba el tiempo! Hoy decido yo que se hace, como y cuanta sangre será derramada, después de todo, les debemos a todos un gran espectáculo ¿No crees lo mismo? Entiérrame en mi propia saliva si estoy equivocado. Ponme el último clavo. Arrójeme la mejor piedra que te hayas encontrado.
Sí, claro. Sí, claro.
Voy a joderme (te) la existencia
total, que importa, total
la desesperación es solo mía y
lo tuyo es la indiferencia
la infundada arrogancia.
Sí, claro. Si claro.
............
Estaré de fiesta toda la noche
sé que no me llamaras o es
que ¿no hay señal?
sí muero ya sé lo que harías
ni lágrimas, ni un poco de importancia
Tendré el olvido entonces pero
es que mientes perfectamente y
eso es justo lo que necesito.
Sí, claro. Sí, claro.
............
Dame la razón obvia
la excusa terminante
el beso de Judas
incluso tu oreja mordida
el labio hecho grietas
libros para escucharlos
un llanto manipulador
y, si quieres, volver a ser
dolorosa con
la voz que diga:
Sí, claro. Sí, claro.
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