Tal vez con un poco de suerte.
Nada tiene que ver lo que se cree con lo que uno le tiene fe. Las creencias tienen un tono aburrido y dantesco de alegría entre el caos interno. Eso pensaba yo hace un tiempo y, por azar, fortuna, suerte o algo de una caricia olvidada, desee con toda mi alma (si hay algo parecido) que se reviertan las aguas y la gravedad planetaria; que un yo quedase aplastado entre tierra y más tierra. Eso pensaba yo tomando media copa de vino llena y mitad vacía. Derivando entre la inmortalidad y el alquiler que se me viene encima. ¿Donde estoy? ¿Que ha quedado de mi? ¿Que he sido? Son esas preguntas que acosan a alguien con problemas más grandes, más mundanos, más humanos que se pueden considerar. Dios mío. Señor mío. Aumenta mis pecados. Redobla mi suerte. Acaba con esta fe nublando vistas y amores baldíos.