Tonos para no creyentes.
Es muy fácil mandar un mensaje ¿cierto? Es muy fácil hablar un par de horas entre cristales, ventanales de acero y líquidos oxigenados. De esto no se trata. No. No se trata de bebidas y las horas después del amanecer. No quiero escribir hoy de nada que me ha hecho algún mal. Quiero pizcas de ese naranja incandescente que ciega los pecados al atardecer, que suaviza cualquier duda existente entre vos y tu voz. Quiero que me deje pintado en la vereda, en la boca amarilla que traga la nunca posible inundación. Nada de esto es real. Eso es lo que quiero creer. Mientras deseo, rezo a algo que no me puede devolver la piel, el lienzo, la carne. Avergonzado mirando, anonadado, las copas de los árboles esperando que me busques en mi techo de hojas, en el suelo de algodón. Acomodando las lágrimas. Quiero que te sepa mejor el azul, es tu número, tu color. No se en que temporada me encuentro. Me arrodillo. Rezo. Desierto con focos que iluminan al sol. Una sartén caliente calcinando sazó...