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a donde van mis letras cuando no estoy con ella.

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      “Un transcurrir de fiesta delirante,  un lenguaje sin límites,  un naufragio en tus propias aguas, oh avara” ALEJANDRA PIZARNIK -  Extracción de la piedra de la locura.        Hemos de recordar que nuestro tiempo (si existe algo así como nuestro) tendría que terminar en un plazo prefijado que desconocemos, pudiese que mañana si otros lo suplican se hubiese finiquitado los días restantes por despertar.      El texto que hoy se les pone de plato no puede tratarse de lo anterior escrito, pues, sería una arrogancia de mi parte tratarles de ignorantes cuando la finitud porvenir es un conocimiento general del mundo. Naces, creces, reprodúcete y muere. Ya sabido, supiesen lectores que nada queda salvo recordar algo. Apuntalar, amontonar existencias para recusar la propia. Estas letras se han ido y han vuelto para generarme la soledad persistente que retumban las paredes. Tiempo y cosas. Espero (aunque esto también es una ar...

si, claro. si, claro.

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      V oy a volar todo por los aires. La explosión será digna de ver, no en el cielo, en el suelo será el despliegue de un solo color: el rojo candente, fresco, escarlata, delicioso carmín crepuscular. Solo necesito comprar el fuego, el aire que lo alimente. Debo encontrar quién este dispuesto a morir encima de las páginas que suplican un poema que no puedo escribirte. Las fotos arden en mis ojos. Las nubes dirán el tiempo, si llueve, si no llueve. Estos pinceles, estos nudillos, están ansiosos de una celebración y, dejame decirte, que se la merecen como tanto vos morir, pero quizá no tan literalmente. La paciencia se agota en esta negociación interminable, entre negroni y negroni, entre café y acidez estomacal, se desmorona la máscara de amabilidad en la que me he recubierto; la que vos mejor conocías. Encontrémonos entonces antes de que el día se termine, antes que la noche acabe, antes que pidas otro trago, antes de que surja la excusa permanente para dejarme sentado ...

poema dedicado a una persona que olvide recientemente.

 Espero que lo leas y, si lo lees, espero que no esperes esta espera maldita, este espacio en blanco entre páginas y líneas arrancadas y entre cuadernos debajo de la cama y todos los regalos sin abrir:  El olvido.  Con este dicho no tengo mucho más que dedicarte, esto es lo último que he retenido.     El tesoro está apostado sobre la luna, bajo     allá abajo donde los susurros son gritos      donde la tierra me llama y donde sé que     encuentras el perdón, extendiéndomelo      con tus propias manos, me has perdonado     los besos, el exceso y los asesinatos que por vos     cometería. No tendría la necesidad de pasar el rato     en tus otros brazos, imaginando que son tus brazos ni      tus cabellos, ni tus palabras, ni tu sonrisa, ni su casual     parecido a ti. Qué tonto he sido.      Ven a mi estrella caída,       soy tu...

esto es para quien lo necesite leer.

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            U n día, ya hace un par de años, me dije que si llegaba a ser consistente con este proyecto, debería felicitarme por haberlo mantenido durante su tiempo y funcionalidad, que no es más que desbloquearme cuando me encuentro a mí mismo ofuscado, viéndome desde fuera como si fuera otra persona, salir de la usual y cotidiana costumbre que tengo de renegar de mi estilo, mis hábitos, mi personalidad. He superado noventa entradas y se acercan las cien. Esto es una muestra objetiva, tangible, de que es lo que pasa, cuál es el resultado de mantener vivo cualquier cosa que se proponga. No hay nada de especial en escribir, no hay nada poderoso, no existe una sola razón fuera del ego para seguir tecleando, graficando, garabatear frases y párrafos para que otros se los vean o se vean en él. Es esta, pues, la única “cosa” especial que lo mantiene en pie a este proyecto aparte, claro, de la herramienta que supone para destrabar el frasco atascado de ideas ...

LA IRA GALOPA.

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            La violencia, la ira para mí es la música de tambor, de caderas como puños a la cara, ver narices y mandíbulas descolocadas y saber que yo puedo hacerlo y (que en cierta manera me vitaliza) que aun así no lo hago. Mordiéndome los labios, no lo hago, créame. Aunque en estos últimos seis meses no han faltado las excepciones, solo he cedido una sola vez a esa deliciosa, manjar, estrepitoso y elegante emoción que es la ira. Un baile, golpeado, pero al final, un baile.  He demostrado autocontrol en una gran mayoría de situaciones que antes no hubiera aceptado de casualidad y, en vez de ser el puño, la cara, me ha convertido en el alcohol y las curitas. No sé si esto sea crecer, madurar o tener un carácter mucho más fuerte, pero no dejo de pensar. Pensar y pensar que sería si en vez de esto que me hace dócil como un caballo en un pueblo turístico que dejo que se monten niños, mujeres y padres en crisis, que me dejan exhausto y sucio, malheri...

Manual practico para hacerse.

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           El sábado pasado fue atemporal, rápido y fugaz. El señor Zabal despertó a las once y cuarenta de la mañana tras una noche en la que un exceso consumista le enseño el VIP de un boliche de la zona.  Poco recordaba de que tan bien la había pasado anoche, sabía que estuvo hasta las cinco de la mañana en una casa al noroeste de la ciudad, cagándose de frío y aniquilando las nauseas con tres vasos de un Fernet de segunda marca y vaya marca que dejo en su estómago si hablamos de marcas. Despegándose de charcos de vómito levantaba su cabeza que no podía pesar más que cuatro autos militares, el piso se movía al balanceo de unos pies insensibles, la sangre no llegaba.  Pero bueno, que importa, ¿no? ¡Que nos importa lo que le haya pasado al señor Zabal!, sí es que existe algún hombre que se llame así o si es que acaso se le puede llamar señor.     Esto es un manual práctico para construir, pero, si voy a serles sinceros, aún está incompl...

Las ideas perdidas.

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A veces el mundo se nos viene como un saco de papas al estómago, al menos a mí me sucede a menudo, produce una sensación de sísmica inquietud y distorsiona la realidad a punto de que las paredes empiezan a despellejarse demostrando que todo esto puede llegar a ser un mal sueño. Empieza una ferviente y dominante succión hacia los adentros de los pasillos angostos del laberíntico sótano que he empolvado por años. Empiezo a creer que hay una sola respuesta para todas las cuestiones que aquejan a seres (por qué se que tú también sientes lo mismo) semejantes a estas sensaciones que atoran el curso, la dimensión del tiempo.  La sombras acrecientan su masa sin sol que le haga el favor de sacarlas a juego, ni siquiera hay una bombilla en este puto sótano. Lamentable.  A veces te veo sentada por ahí, tomándote un trago por ahí. A veces veo tu sonrisa inmortalizada, tus cabellos deformados tras una noche de insomnio. A veces veo un humo a tu alrededor y muchas veces me recue...