Las ideas perdidas.
A veces el mundo se nos viene como un saco de papas al estómago, al menos a mí me sucede a menudo, produce una sensación de sísmica inquietud y distorsiona la realidad a punto de que las paredes empiezan a despellejarse demostrando que todo esto puede llegar a ser un mal sueño.
Empieza una ferviente y dominante succión hacia los adentros de los pasillos angostos del laberíntico sótano que he empolvado por años. Empiezo a creer que hay una sola respuesta para todas las cuestiones que aquejan a seres (por qué se que tú también sientes lo mismo) semejantes a estas sensaciones que atoran el curso, la dimensión del tiempo.
La sombras acrecientan su masa sin sol que le haga el favor de sacarlas a juego, ni siquiera hay una bombilla en este puto sótano. Lamentable.
A veces te veo sentada por ahí, tomándote un trago por ahí. A veces veo tu sonrisa inmortalizada, tus cabellos deformados tras una noche de insomnio. A veces veo un humo a tu alrededor y muchas veces me recuerda haberlo tragado para no soltarlo. Te he visto por ahí caminando errante o borracha, te he visto aburrida y desamparada. Perdida. Eso no era así, pero como soy lo que soy, no me importa ya, escribo lo que me produce la hipersensibilidad, no lo que me importa.
Al menos verte me recuerda que debo bajar a buscar las ideas perdidas, la líneas de algunos libros que ahora me parecen irreconocibles, de alborotar mi nerviosismo para escribir mi tranquilidad en hojas amarillas de amor ¡Bah! (qué mentira) de envejecidas.
Debo recuperar no la motivación ni el sentido, sino la inspiración, sin ella no puedo vivir y usualmente vienen de la frustración, del fracaso, de los peores momentos. Así funciona la inspiración, lo demás es atontamiento y vivir de ilusiones ópticas, geométricas y literarias.
Las ideas perdidas están por ahí en un nido de cucarachas de cartón, en algún lado las dejé para no olvidarlas y aun así las dejé a un lado para, por segunda vez, sentir que alguien me necesitaba. Que podríamos necesitar nos mutuamente, no para caminar, pero si para andar.
Deben también estar escritas en los versos que regalé, en el oído que aporte, en los besos de medianoche, desparramados por el centro y, seguro que estan en cada acción que hice sin esperar ningún beneficio o pegados en un hilo de luz que desvanece las sombras gigantescas a su paso.
Me ha venido esta idea.
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¿Qué hay para comer hoy?
Siempre me encantan tus textos
ResponderBorrar¡Muchas gracias, Anónimo! Espero que sigas disfrutando de estos textos.
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