LA IRA GALOPA.
La violencia, la ira para mí es la música de tambor, de caderas como puños a la cara, ver narices y mandíbulas descolocadas y saber que yo puedo hacerlo y (que en cierta manera me vitaliza) que aun así no lo hago. Mordiéndome los labios, no lo hago, créame. Aunque en estos últimos seis meses no han faltado las excepciones, solo he cedido una sola vez a esa deliciosa, manjar, estrepitoso y elegante emoción que es la ira. Un baile, golpeado, pero al final, un baile.
He demostrado autocontrol en una gran mayoría de situaciones que antes no hubiera aceptado de casualidad y, en vez de ser el puño, la cara, me ha convertido en el alcohol y las curitas. No sé si esto sea crecer, madurar o tener un carácter mucho más fuerte, pero no dejo de pensar. Pensar y pensar que sería si en vez de esto que me hace dócil como un caballo en un pueblo turístico que dejo que se monten niños, mujeres y padres en crisis, que me dejan exhausto y sucio, malherido de estar todo el día todos los días recorriendo y soportando el mismo camino le diera una buena coz en la frente.
¡Oh, no lo sé! Que sería si supiera lo que claro, clarito, claramente está flotando la respuesta en la maldición jurada que trago con un café y con otro y en la casa con un mate. La ira me alcanza y cuando parece amor, ternura, interés, es ira y es poder. Poder. Poder. Poder sobre. Poder contra. Poder de. Poder cuando. Poder hacer. Poder hacía. Sí, sí, sí, sí, sí. Esos poderes que son fatales, todos concentrados en la sangre, en la mía a poder ser y si no que yo esté cerca y ESO ES LO QUE INTENTO, ALLA ES A DONDE VOY.
Esta ira es maravillosa, pero mal empleada, me embarca en viajes poco gratos. La soledad, por ejemplo, el estar solo no el sentir. No es que este solo y sin nadie a mi lado que en parte y no parte es verdad, es solo que no hago nada con nadie y tampoco me gratifica estar con alguien. Ni siquiera es por el poder, de poder estar, es el poder de decidir que se hace y como se hace. Lo que yo quiero. Ahí va el otro, el egoísmo. Cuando estos dos se confabulan me provoca reventarme la cabeza contra la mesa, son dos que no se quieren pero por motivos similares. TODO PARA Mí. ES MÍO. NO COMPARTO. La soledad es el contorno, el egoísmo la forma y lo que llevan adentro es …
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(REDOBLE DE TAMBORES) (UN GRITO DESESPERADO) (REDOBLE DE TAMBORES)
¡LA IRA!
Un día de estos voy a volver, volver a hacer las cosas bien. Enmendar los errores que he hecho. No curaré las heridas que he causado ni las que llevo en mis rodillas y pezuñas. No puedes culpar a un caballo por galopar, ni por pastar y tampoco por no querer ser domado.
Contra un hijo y un padre pelearé por las cosas, si cosas se le puede llamar a lo que no existe en el presente, Pelearé POR ATRAPAR LA LLUVIA CON LA LENGUA ¡QUIERO SABOREARLA!
Tengo la culpa y el arrepentimiento como almohadas. Un cenicero en la ventana sin cenizas. Los puños apretados y una silla que mira la luz de las bombillas. Podés hacer lo que quieras, eh. Yo no detendré. No puedo guardarte más en un cajón, ni asfixiarte mientras duermes. Tengo que dejar que me ames.
Tengo que dejarte ser libre. Tengo que dejarte amarme como me amas tan bien y sabiamente.
¡AHORA! SAL DE AQUÍ y ve a dar unas vueltas por el patio. Recoge la ropa y tiende la cama. Te esperaré con una birra helada o ¿mejor un vino? Es que ya está haciendo frío. Anda y regresa cuando quieras, te he dado las llaves y permiso en la alacena.
Si hay hambre, hay que devorar. Si hay hambre, hay que devorar.
Venga ira, suéltate ya, déjame o poséeme, pero si sigo gritando los vecinos se van a quejar. Hazte carne de mi carne, como antes, esta vez no hay peros ni límites.
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