La escalada, levantamiento y la vida mejor.

     Así es como me empezó, con una respiración deje caer mi peso en el hueco que me veía con deseo de engullirme. No recuerdo casi nada de la caída, la igualdad de los peñascos y la densa bruma envolvían un largo descenso hasta el fondo. Llegue al suelo del agujero, el vacío tenía fin. Mi voz estaba fuera de mi mismo, mi legua enjaulada en mis manos intuía que cualquier grito de socorro sería inútil, se perdería en la mitad del hueco que he cruzado. Tras un tiempo volví a caer, pero no a ningún otro fondo, sino mi cuerpo sobre sí mismo, solo era una cabeza sin lengua. La sombras proyectadas a mi alrededor contenían un dejo de lo vivido hasta ahora, hasta ahora, incluso con la juventud de mis latidos, nunca me había sentido tan desesperanzado y acabado, esperando acabar.

    Este levantamiento de cuerpos no es un inicio, al menos no en una circunstancia específica, pues , el héroe debe iniciar su recorrido al zenit del olvido. La despedida es el primer paso, la lucha contra los espectros excusatorios son el segundo y, en el álgido de la trama, debe romper los límites de sus creencias físicas y mentales para convertirse en eso que tanto desea ser. Pasar del humo que envuelve su alma a manos corpóreas, pies físicos y palabras sólidas. Eso es lo que quiere decir la escalada a la vida que uno se propone como mejor. 

La libertad. El arte. La antifragilidad. 

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