El viaje del héroe: el abismo.

 Según dicen, es la parte más terrible de la etapa del viaje. Estancamiento, conflicto, despersonalización, cambios y la etapa en que la aventura pierde sentido propio de aventura: se vuelve un hoyo.

    Asomas la cabeza a ver que puede verse más allá de unos pocos metros, tal vez, si afinas el oído lo suficiente puedes escuchar tu propia respiración y si lo miras demasiado la tentativa de verse dentro de el no es una fantasía absurda, no te da miedo sino temblor nervioso. La vida es fácil cuando las distracciones son parte de una seguidilla de acciones que te mueven de tu silla, de tu cama, hacia el mundo exterior, me he propuesto dejar de vivir esta vida con miedo y recordarme constantemente que el abismo es solo una creación metafísica de palabras destinadas al nacimiento de la divina tragedia; un viaje en otras palabras, la Ilíada literariamente. En un sentido un poco más real, el tiempo, nada es algo, no toma forma ni espacio sino está incluido el tiempo. Pasado. Presente. Futuro. Ayer. Ahora. Mañana. Las siete y media. Doce en punto. Dieciséis horas. Hasta las sombras tienen tiempo, hasta el tiempo tiene tiempo, incluso el plástico tiene vencimiento. El viaje del héroe se pregunta 

¿Dónde vivir? ¿Cuál es el tiempo? ¿Cuánto tiempo?


    El abismo no existe si no hay tiempo para abismo, el abismo no existió si no se le nombra, el abismo no existirá cuando no haya mañana. 



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