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Mostrando las entradas de marzo, 2022

Comendador.

 La muerte del comendador. Un titulo amigable. No leído pero amigable, Murakami.      Aunque lo que estoy por escribir nada tiene que ver con el escritor japonés que tanto da para hablar y recomendar sus libros, así como regalarlos, pues su forma de contar hasta la minucias del polvo es atrapante. Sera mas algo relacionado al sentido literal del titulo amigable. Murakami es mi amigo, yo lo considero como tal sin que hayamos hablado una sola vez.      El comendador. Tiene una misión y debe cumplirla. Puede ser llevar un mensaje o quizá mediar en alguna situación en la cual pueda sacar un pedazo de la torta. No nos equivoquemos, es un soldado hecho y derecho que lleva como misión ser aquello que le indican que sea. Su muerte implica claras complicaciones. Una que el mensaje no llegue y otro que no existan beneficios para quien o quienes determinen mandarlo a cumplir su misión. Encomiendas. De acá nace la palabra qu...

A lapiz.

     Sobre, sobre y sobras. Mezclas de elementos de un mismo material pensado para rayar, para ser un cuenco que recoge agua de lluvia en el patio. Espera. Espera con la paciencia inanimada. Espera. Espera su momento, el segundo en que una bala te atraviesa las entrañas y, en su blancura, salpica la desgracia liquida, liquida y roja o negra o azul en la que desees (o la bala desee) percudir, sobrepasar o agrietar el cuenco que no esperaba agresividad alguna.     Si de niños la usábamos para rayar ¿que paso? ¿donde estan los garabatos coloreados? ¿el león vertical? el árbol, las montañas y el sol. La casita tricolor, las ventanas separadas y los espacios en blanco que eran el relleno de la imaginación ¿te acuerdas de los muñequitos de palito?     No digo extrañar. De verdad que no. No pretendo que se trate de una angustia por la regresión. No vale la pena, ni el intento, ni el aliento. En los recuerdos están todos ellos pero no viven...

Perdido.

      Coloque mis llaves donde siempre y las he perdido. Entiendo que yo como todo el mundo tiende a dejar sus hábitos cotidianos al inconsciente, dejando espacio para que otras cosas entren, situaciones flácidas y otras criticas que necesitan un puesto ajustado, amplio o cómodo según la necesidad lo amerite. Claro que si, seguro que si tu también lo haces. No hay nada resaltante al respecto de ello. Nada de nada. Sin embargo para mi este habito de dejar las llaves en un lugar especifico y encontrarlas al día siguiente reposando en el mismo lugar me inquieta singularmente. Sin tener que dar muchas vueltas al respecto es aquello que, embriagador al principio y desolador al constate sentir, es la soledad. Es mas un habito que ya un sentimiento para mi, pues no lo siento, lo vivo.       Estoy solo por elección dirán algunos y que me quejo de algo que es posible solucionar con algo tan sencillo como escribir un ...

Sin titulo, por hoy.

 Es     como un     coagulo. coagulo o un tropezón de focaccia tapando las venas cercanas a la boca, ahorcando los ojos y estropeando aun mas el astigmatismo desarrollado por años que no es miopía por la sencilla y compleja razón por la cual un ser vive, pasa, da pasos, respira y muere.      Es como eso que no pasa ni deja pasar, una roncha, un cicatriz apenas curada de unos clavos en la rodilla izquierda, de un accidente o de un frenazo contundente de frente; un choque de solidos que desgarra los limites superficiales y deja correr espeso kool-aid pintando la pantorrilla de azúcar férrea; la bebida predilecta de quienes saben querer y desear el ahorque de la venitas.      Venga,     aparece por acá aunque sea para tropezar el segundero, aunque despierte de la siesta y tenga que abrir las persianas, la venta y la puerta para dejarte ir dentro de las esquinas con polvo y olor a pegamento. 

Sueño de marzo.

 Cuando pienso que he perdido la habilidad, la sensación de soñar por la noche, mi cerebro me sorprende con sus mejores técnicas vividas. Estábamos los dos a un metro de distancia, recostados mirándonos como desde el techo y sin embargo profundizando en cada ojo, viéndonos y tocándonos la respiración, tan cálida y húmeda como imaginaba, como cualquiera desearía tenerla así; con una sorisa que besa tu cuello y esparce rubores, estupores en cada diagonal y calle aledaña de tus bronquios.   Un sueño hermoso sin duda, pero los sueños se quedan en la cama para mi. Poque soy un cobarde, el miedo siempre ha sisdo para mi el problema. Paralizante. La caja sensorial, la neuronas abren un hueco que es el sueño en la inmensa muralla que recubre mi accionar. No cualquiera la y lo desea tanto como yo pero el deseo es solo calor, no el plato, no el tenedor y no un filete.