Perdido.

     Coloque mis llaves donde siempre y las he perdido. Entiendo que yo como todo el mundo tiende a dejar sus hábitos cotidianos al inconsciente, dejando espacio para que otras cosas entren, situaciones flácidas y otras criticas que necesitan un puesto ajustado, amplio o cómodo según la necesidad lo amerite. Claro que si, seguro que si tu también lo haces. No hay nada resaltante al respecto de ello. Nada de nada. Sin embargo para mi este habito de dejar las llaves en un lugar especifico y encontrarlas al día siguiente reposando en el mismo lugar me inquieta singularmente. Sin tener que dar muchas vueltas al respecto es aquello que, embriagador al principio y desolador al constate sentir, es la soledad. Es mas un habito que ya un sentimiento para mi, pues no lo siento, lo vivo. 

    Estoy solo por elección dirán algunos y que me quejo de algo que es posible solucionar con algo tan sencillo como escribir un mensaje, juntarse y quedar en algún sitio donde hayan mesas y sillas para reposar la espalda. Claro que si, seguro que si. Se soluciona. Solución de aspirina o morfina para los dolores subyacentes de carne, hueso y sudor lacrimoso. Es obvio que exagero y que no debe tomarse a fondo blanco lo que escribo. Ya saben. Están advertidos. 

 Perdí mis llaves en algún momento de las horas juguetonas del día. En esas mismas horas que me tome un litro de cerveza y repose la espalda. Esta vez no me tome ni una aspirina. Tampoco sacie mi sed. Fui solo a un lugar sin quedar con nadie, sin escribirle a nadie. La gente que quería verme, escucharme les dije con esa mentira fácil que de buen samaritano les dejo una selección: "Tengo que levantarme temprano", " Mañana estoy ocupado" o, mi favorita "La próxima semana tengo el viernes libre" y ya esta, me olvido, me alejo, me aisló de ese interés que siento falso muchas veces que las personas tienen en mi. Es obvio que exagero ¿no?

    Fui y me quede tanto rato como puedo soportar. Leyendo un libro de poca fama, olvidable. Pague lo que debía por la cerveza, un propina buena por el servicio prestado y di paso ligero por el puente que separa el bar de mi casa. Tranquilo y sin prisas como pocas veces me verán. Siempre estoy apurado, a veces por eventos, trabajo o estudios; otras veces que parten el porcentaje mayor por eventos o tramites imaginarios y con de frecuencia diaria por mis propias conjeturas, pensamientos y coordinaciones como dar un paso tras de otro y un salto de cuerda con el salto de rodillas al pecho.  

    Abrí la puerta dando los dos giros al la derecha, pase y cerré, puse la llave con los siguientes dos giros a la izquierda. Listo, asunto sellado. Sencillo y poco explicativo. No hay misterios en puertas abiertas y cerradas pero si en como después de este evento fútil, flácido y insignificante perdí las llaves al dejarlas en el escritorio. Colque mis llaves mirando a la puerta y de ahí no la movió nadie, no yo, no la soledad, no el fantasma que habita la casa que no existe. Un misterio es como las he perdido de vista un segundo y he perdido la ubicación del material metálico. Di una vuelta buscándolas pues me di cuenta al instante. Son esos momentos donde la soledad es útil y no te pinta de un loco que se corta la oreja. No las encontré donde busque, mire y mire, Toque, levante esto y aquello. No caían del techo o debajo del váter. 

    En el momento que fui a dormir me inquietaba que alguien podría entrar a mi alcoba y asustarme, pero me asusta mas imaginármelo de que pase de verdad. De que alguien entrara al grito, me diera una sacudida. Estremezco en la cama, hago memoria, acomodo o ajusto y no aparecen en ningún sitio. 

    Solo despertar sin ese susto ya comprendía un acelerón a cada organismo estomacal. He perdido las llaves en mi propia cas, en el escritorio donde me siento a escribir esto mismo y miro a la puerta que abrí y cerré ayer como preguntándole a la muerte porque se viste de negro. Es obvio, claro que si, seguro que si. Me iba a pasar también como a ti. Colgadas en la puerta estaban, pasivas y expectantes de mi próximo movimiento. 

    Abrir la puerta, salir, y cerrar. Dos giros para ir y dos giros al volver. 

    Perder las cabeza, la memoria por llaves perdidas nos pasa a todos, como todos soy yo. 

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