100 entradas.
Esto es algo sencillo de comprender: he llegado a las cien entradas.
Es alucinante, glorioso y algo aterrador.
Llevo escribiendo en papeles sueltos desde los quince años, por cuadernos de la secundaria, en libros ajenos, en hojas nuevas, en hojas agrietadas, encima de dibujos y en dedicatorias a mis amigos y familiares. Ahora con veinticuatro años mantuve un blog dispersado en el tiempo, escribiendo sueños, emociones, describiendo situaciones que nunca han pasado y, también, despellejado capas de un hombre encontrando oro, basura, zapatos mordiqueados, besos olvidados, lágrimas desoladas y alegrías inconclusas. Logré recuperarme, recaí, volví a caer de nuevo y hoy por hoy me estoy sacando la tierra de encima.
Así es muchacho, prestas tu oído por una idea futura de consumación, sobre todas las cosas, por sobre alguien plano, tan igual a cualquier tipo que conozcas en la esquina al comprar el pan.
Sin embargo, mas alla de metaforas y letras que pueden sonar repetitivas, no estoy celebrando nada en particular porque veran que en cada cosa buena hay algo mal y viceversa pero esto va mas alla del bien y el mal, cruza una linea de la percepcion que no esta escrita en ningun lado, esa linea que solo vive en el pensamiento: la accion ciclica, la persistencia de crear, de hacer algo por minusculo que sea y que no cambia mas que tiempo por tecleo o garabateo. Una forma de salir de la sombra de si mismo, una manera quiza correcta y alineada de presentar otro yo que no se rige por normas y construcciones sino en el desmenuce de las ideas que revolotean adentro, muy adentro.
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