Sencillamente.
Antes de seguir hay que aclarar un par de situaciones que no están claras de todo, son espesas, repugnantes y, sencillamente, molestas para vivir tranquilo.
No se puede seguir accionando sobre elementos insensatos, carentes de un propósito más que el de sacarte de tus propios pasos, de tu cuerpo para estar en el de otra persona que poco tiene que ver contigo. Objetivos, ambiciones, complejidades y logros.
Empezar es de lo que yo, tú, el vecino y hasta tus padres tienen miedo, un temblor, un sudor y, sencillamente, una pesadilla apenas despertarte sobre una cama que tampoco te pertenece en un sentido amplio de la palabra amplitud ¡Qué terrible! Ver como decidimos escurrir el tiempo como el agua turbia de la pasta en el fregadero, se va, se pierde en las tuberías, en una lógica pensada antes de nosotros nacer. La posibilidad de recuperarlo parece escandalosa, tal cual como quien salió a la plaza y pregunto el año en el que estamos viviendo, nos deja en un desconcierto paralizante justo cuando planeábamos reunirnos con nosotros mismos en un café con un café tomando a sorbos dulces y huevos revueltos. Temer es natural, te entiendo. No sabemos, no se enseña y no se puede consultar en las bibliografías académicas como dejar que el miedo sea una lluvia pasajera, una misa los domingos, un paseo con el perro. Temporalidad.
Ahora ¿Debemos hacer eso? ¿Tengo miedo?
La respuesta es cada duda cuando hay un cambio en nuestro entorno, en un camino, en una ruta que planeamos recorrer con anterioridad y, sencillamente, en un objetivo que necesitamos lograr; en un motivo que deseamos lograr.
Cuerpos, sangre, trofeos, dolor y placer. Así se resume.
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