Cuando se pone azul.
Cuando un dia soleado se pone azul.
No hay nubes que se interpongan en el camino, en el cielo solo resplandece algo lejano, ajeno que nos da vida a nosotros y a nuestro ambiente. Estar encerrado. Evitando ese calor vital es un acto de cobardía. Es el simple hecho de no querer vivir apropiadamente. En este momento a través de mi parte consiente conozco y hago las preguntas que deben hacerse aquellos que llegan a una crisis. Yo no estoy en crisis, estoy en disyuntivas. Veo señalizaciones de adonde ir, adonde dirigir mi aliento. Lo mejor de todo, que a su vez es lo peor, es que conozco las respuestas. Tengo miedo cómo cualquiera que se me parezca. En tiempo y forma. En física y mental. Tengo un miedo terrible, Deseo con todas mis fuerzas. Deseo quitarme la arrogancia que consigo trae el temblor. El miedo también trae consigo una parte de parálisis. Tenemos en nuestra mente un ciervo, un delfín, una hiena, un burro, una tortuga. Ellas parten del miedo traen otras fases que debo superar para llegar al lugar que deseo. Que también es un deseo el lugar no solo el sentimiento o el anhelo eventual que pega al irte a acostar. Un día soleado que no ponga miedo ni cobardía no es un día soleado, es un día azul. No gris. No amarillo. No rojo como la época en la que vivo. No se trata de vivir intensamente. No se trata de poner un pie adelante de otro y problemas resuelto, No. No. No, Se trata de una cuestión fundamental de atravesar, fracasar en los intentos y reformular el camino. Todos los cielos llevan a Roma. Todos los caminos tienen pasadizos, montes, culebras y sonidos entre los matorrales. Todos y cada uno. No es un solo camino. Este es mi compromiso escrito. Con nadie mas que conmigo mismo. Esta es mi forma, mi tiempo de vivir una vida otorgada por causas ajenas. Lejanas que nada puedo culparles ni arreglarlas. Solo quedo yo como recipiente autónomo. Independiente de si pega el azul en el día. Mas allá de las nubes que ocupan el cielo. Mucho mas que esas excusas miedosas que conjeturo a medianoche. Estoy caminando. Cuando se ponga azul el cielo veré que hare para no mirarle. Solo pensar, luego hacer lo que a mi me parezco, no lo que complazca. Dia uno de los que queden con las ropas del cielo que cubre nuestras cabezas.
Comentarios
Publicar un comentario