Texto feliz. I

 Introducción

La apuesta será cumplida queridos lectores del blog.

Un texto feliz. Táchelo de la lista.

Como di a entender en la explicación previa en “Apuesta de una amiga” escribir, así como la música, el cine es arte, si, arte que da una visión masticada del mundo. Siempre se enfocan en algún problema o temática controvertida. El tema acá es sacar el hablar de escribir de sus raíces primigenias. Esa forma de convertir la miseria en algún juego reflexivo, lúdico o investigativo.

Sepa también que la melancolía, ese espeso sentir puede ser feliz según como se prepare su receta, como se armonice la puesta en escena.

Es probable que por la longitud de minutos que tome leer sea dividido en dos tandas, así tratar de aligerar, cortar el trago de un texto feliz. Si, aligerar, ya que el consumo de esta química resulta embriagador y eso todos lo sabemos.  

Hoy escribiré sobre mujeres. Usare los recursos del cajón, del archivero y de la pizarra de corcho donde se apostan los recuerdos materiales y no materiales. Están ahí para no llevarlos con su peso en la cabeza. Mujeres. Tantas mujeres por un hombre como yo.

Espero no sea tomado como una burla a Gabriel G. Márquez. De las tristes memorias:

Memoria de mis mujeres felices.

Lamento decir que debo ingerir la felicidad fermentada con ligeras burbujas que desaparecen en la espuma del vaso. Para hablar de ellas tengo que relajarme tanto como pueda para sacar esas esquirlas de deliciosos venenos que han dejado en mi materia gris. Aquel que deseo sorber con la espuma del café del día o el tilo de la noche. Todas ellas amigas mías, con ese sentido de pertenencia que nos perjudica hasta las lunas de hoy.

En principio con cinco años a la carga es la mas larga, pero, claro, esto no es un lugar para contar el infinito en su totalidad. No hablare de aquellas mortales y mundanas situaciones sino solo de como en ellas desvelara ese sol frio y herbáceo de los amaneceres. Entre a temprana edad con rones en la terraza, perros ladrando en el patio y los padres con sueño yendo a trabajar. Agradezco el orgasmo provocado por el descubrimiento de los orgasmos temblorosos provocados por relatar estas versiones con mi impronta.

“A” como las llamaremos para no decir nombres. Ella estrujo mi alma durante cinco años, se aposto como una pitón paciente pasando por mi cuello su delineado cuerpo, escamoso y suave a la vez. A era una chica flaca con poco volumen, con una actitud parlanchina, aunque esto no es justo decir, cualquiera habla mas que yo. Su voz daba calma, pero se escondía las intenciones sísmicas del final. La recuerdo muy poco hoy día, solo logro colocar en palabras el final que fue destructor de la confianza y la fe que tenía en una relación, en ese momento, a distancia. Pero si, me dio con el tiempo y el tratamiento adecuado una fresca visión de como la dependencia jamás será felicidad y depositar nuestro sustento en los besos de alguien mas es una transacción para esclavizarse. Nada mas alejado de la felicidad, de la libertad que es mi norte tras cualquier par de gafas.

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