Mamá.

 Con mucho cariño para: Ramla Farah  

 He vivido mamá. 

 Crecí muchos años, me salen pelos en la cara, en la espalda. 

 Puedo dormir sin canciones de cuna, mamá. Dormir sin necesidad de esperar un suave índice derecho peinando mis cejas desde la glabela paciente, dibujándolas hasta las sienes y yo cerrando los ojos cayendo en la caricia a las costillas por una voz solida pero sedosa tarareando tus canciones favoritas. Ramla, son trece años sin escucharte, pues te siento. Sin ti preparando el desayuno cuando papá ya se había ido a trabajar, en un plato de Tarzán. Viéndote a la cara sonriente de mazapán, gordita y modelada en tus años de modelo. 

 Y, si hay algo que no puedo olvidar, es la jalea de mango que tanto te gustaba preparar. 

 Viendo Peter Pan mas de dos veces al día. Dejándome en la escuela y papá yéndome a buscar. 

 Mamá. Crecí tanto que me alejé de papá. Estoy en otro país con nuevas personas, estudios y trabajo. He vivido contigo como norte moral, es normal pues si bien soy del género y apariencia de papá, saqué tu fuero emocional, lo mejor que tenias y yo te imité. 

 Una mujer que amó y amó. Solo nueve años alrededor de vos (si, ahora uso vos) pero, mami, ya no me afliges como antes. Trabajé a sudor de metro, en horas pico, para superar las secuelas de tu muerte. 

 El vacío es un lugar normal, antes tormentoso y el rencor iracundo mi veneno. Fue difícil pues mamá jamás me abandonó, siguió mi andar y me reprochaba como toda mamá debe hacer. Una eternidad son trece años. Aprendiste a darme paz, espacio al despertar y año que pasaba, siempre te recordaba.

 No puedo decir que olvidé ¿Cómo olvidar a mamá? Siempre me pregunté pero ahora lo sé: no hay mejor que casa. Todos me decían que estarías orgullosa de mi, hoy con veintitrés pocos lo hablan pues ellos te han soltado la mano, yo también aunque dejo que camines a mi lado. 

 Prendiste fuego mi adolescencia. Vaya época bastarda. Pasa el tiempo y ahora lo sigo creyendo mamá, tanto así que a los catorce volví a mojar la cama, si Ramla, aunque no lo creas. 

En esa época comenzó el recelo, la ira y mi expresión de la violencia. Me metí en tantas peleas, me cambié de colegio, hice tanto desastre que papá lloró y me levantó la mano por primera y única vez  He crecido mamá, soy el caballero y el sentimiento que criaste en nueve años entre la conciencia y la inconciencia de la niñez. 

La familia ha cambiado tanto como yo, a su tiempo y la vejez. Los abuelos están, los tres, enfermos. Papá recuperó su vida, dejo la viudez y aunque tanto me costó, desató mi ser mas bestial, odioso y gritón, lo acepté y que papá tiene el derecho a conquistar la cima de la felicidad. 

Que papá no es dios y tiene el derecho de ser Samir, de ser humano, de ser carnal. De una familia criar.

Que papá hizo lo mejor posible conmigo, no me creo vicios al igual que los tíos. Ellos se encargaron de hablarme, todos con honestidad que yo era su hijo, que para ellos era especial. Que yo debería sonreír mas como George dijo en Venezuela y acá. Kamil que nunca dejó de estar presente y, su forma de querer, es tan diferente. 

Tío José me dio el humor, las ganas de charlar y el, incluso en mi peor andar, nunca me va juzgar. Dándole el giro chistoso a todo. Un humor inigualable y da demasiado para hablar, caracterizar. Irma que fue la encarnación de la bondad, de esa persona que ama y quiere a todos todo el tiempo igual. 

Me enseñaron que todos cambiamos y seguimos caminando recordando tu perfume a nuestras maneras.

Mis abuelas. Souad y Violeta. Mis tías. Dayana y Rossana. Me criaron a fuerza de comprensión, inclusión, el mas puro amor. Ellas son la razón por la cual jamás me perdí en aquella espiral de terquedad y dolor de la juventud. Me abrieron las puertas con mis primas; Mari, Stepha y Cami, a nunca dejar de jugar, de inventar, de disfrutar. Si me caí ( como tantas veces) ellas lograron sacarme la tierra de encima. 

También, no puedo no mencionar a Roselba, Agatha y Madeleine. Tu mejor amiga y sus hijas, mis primas por cercanía me invitaron a ser, como vos, parte de su familia, me invitaron tantas noches a pasar la noche y ver películas, a enfrentar la tristeza con una sonrisa y a paliar la monstruosa soledad.

Como todo lo que no puedo decir lo escribo, aca en este lugar, va terminando este escrito. Debo por el simple hecho de comprensión y agradecimiento decir, Ericka, gracias por tolerar mis malas actitudes y maltratos injustificados, por darme a mi y a mi papá una un nuevo comienzo, por traer salsa y alegría. Por darme dos hermanitos que vivirán con amor, con paciencia, con mamá.   

No se de donde nació mi motivación por la escritura. Supongo que es algo mío, natural. 

Ahora vivo solo, independiente, desde los veinte, una buena edad para recomenzar. 

Nada puedo comentar. Siempre gracias a todos. A vos también, mamá.

Me enamoré un par de veces. Amé con todo un par de veces.

Tanto falta por decirte Ramla, pero esto es lo que debes saber, con cariño: 

He crecido, mamá.