Liberación 3/1
Dia primero.
El zoológico de la ciudad ha abierto las puertas.
Sera un paseo salvaje por un día, doce horas en horario cruzado. Pasando la mañana, pasando sus piernas desiguales por las cadenas del mediodía, estirándose sentado en la merienda y dando sus ultimas palabras cerrando sus puertas pulidas, laqueadas de pintura negra haciendo juego con las luces tenues en la noche que rige tras ellas.
Antes de que esta secuencia, entre ella, en su suma de segundos pasan familias enteras. En solo minutos el zoo esta lleno de manos y pies para ver mas de cerca lo que en nuestra comunidad, elegida comunidad civil no tenemos cerca como las palomas, ratas o ardillas, cucarachas, moscas y mosquitos. Es un evento de única repetición durante mucho, largo tiempo. Agáchate a ver sus ruedas. Es móvil. Un circo de exhibición. Un circo sin trucos, sin volteretas. Solo jaulas con garras, gruesas pieles y sonidos.
El dueño de este modelo de negocio dice que este será el ultimo espectáculo. La ultima vez que pase por la ciudad pero siempre dice lo mismo. Yo le conozco y se que pasa una vez al año. Llegando del norte, alquilando un tren con doce vagones, a veces trece en la que todos emocionan los dientes creyendo que trae una nueva criatura.
Tiene su particularidad que es algo realmente raro. No tengo ni idea de como funciona o lo hace funcionar. Cada día antes de montar el zoológico, los animales en cautiverio son liberados.
Sueltos por un día enteros en un parque de la ciudad. Una vuelta de renta a su natural correr, morder y escalar arboles. No se que clase de tontearía es esta. Capaz tengo una justificación balurda o es la humanidad animal que se vende. Parece funcionar de algún modo. Se le ve a los animales agitados, como excitados. Molestos tal vez de quitarles el cerrojo chico para dejarlo pisar tierra húmeda por lluvia acida de ciudad por un día, si, es esa molestia de volver al mismo lugar donde obligas al cuerpo descansar y cumplir necesidad. Ansiosos de que la próxima semana al llegar a un lugar nuevo para los cirqueros puedan disfrutar de ese préstamo de libertad.
Puedan no sentir el día en un vagón o mirado por manos, pies y ojos. No sentir el ardor del cuello, las muñecas o los tobillos donde van su cerrojos mas grandes, sus cadenas mas largas y los platos hondos donde comen. La paja donde duermen y todo lo que se meten al cuerpo. Ardor de llevarlas cada semana hasta el préstamo y usar el impulso ansioso, el ardor de las muñecas para verlos querer volver, volver al día anterior.
Comentarios
Publicar un comentario