empujar.
hoy no puedo sostener todo en mis manos, no quiero recurrir a la forma mas obvia de representarlo pero no encuentro una oración mas acertada que la arena; la arena, la harina de la tierra que se cuela mientras la abrazo.
me siento ingenuo tratando de atraparla, lo que se me escapa y cuela entre mis manos.
siempre he criticado la ingenuidad, pero ¿que otra cosa esperaba? tal cual un cachorro humano. corriendo por montañas borrascosas, afiladas, turbulentas.
podia verlo desde lejos he igual segui corriendo, caminando y disfrutando del sendero. no sentía ni como se vaciaba el botín de arena. penosas quedaron mis piernas. las rodillas rasguñadas por todo lo que empuje montañas.
me pregunto si, sisifo fuese real no sentiría lo mismo. cuesta arriba eternamente ¿alguna vez pensó en no empujar la piedra? ¿en el simple hecho de la tortura en la que se embocaba?
tal vez y solo existe la posibilidad en que sisifo fuese tan ingenuo como imbécil. cuesta arriba eternamente. quizá sintió como escurría la arena. su paciencia. su amor. su felicidad y, por supuesto, la humanidad: la cordura.
no hay premio para la ingenuidad, para mi, el ingenuo que tuvo la misma fe en aplicarse castigo detras del deseo y la añoranza. imbécil. ingenuo. ¡sigue empujando montañas! ¿que vas a perder? ¿arena? ¡eso sobra!
y el otro, Mahoma, ese si que da gracia. nada viene hacia ti, nada, ni el aire si no lo respiras. nada viene pero si vuelve: las montañas se mueven.
una vez dije que un día dejaría de decir sandeces y darle un sentido más próximo a lo que digo, a lo que hablo. en vez de cumplirme el recordatorio he trazado líneas por las cuales saltar, cajas en las que tirar ideas y licuarlas, al parecer, al poder de la abstracción. con cada coma que salto, ubico en un punto la historia toma un respiro.
rehuso este dolor aparente que cargo en mis ojeras, extiende su languidez en las caderas e infla mis pómulos llenándolos del aire de la desgracia; la harina de la tierra.
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