Hablemos un poco. Dejemos de tragar.

 Es habitual que un estúpido, como varios hay en la vereda izquierda cercanos al desagüe, averigüe por medios y motivos inexplicables si viven serpientes en las alcantarillas. 

Si te digo un secreto ¿lo guardarías? ¿se lo contarías a los vecinos, derechos? 

No importa si lo enrollas en la billetera como factura o lo apretujas con las monedas en el monedero. Si lo guardas en la mesita de noche con las "curiosamente fuertes" pastillas de menta. Lo cuentas junto al dinero de la semana y lo gastas en vicio, ocio y olvidos.

Tal vez se te afloje la garganta, la cabeza. Llorar esta bien si estas triste. La gotitas que delizan por el mentón van al desagüe. ¡Se me olvidaba! Lo siento si esperas que te cuente el secreto. He recaido en querer parecer interesante para quienes me miran calle por medio, a través o al pasar de autos enanos pomposos, coloretes.

Por la noche mira la boquita vertical que lame secamente el seco asfalto. Si ves una rata salir apacible no hay serpientes. No en principio vaya. Pediré a un vecino que pruebe un ojo y a otro que escupe a la lluvia, que meta la mano. Un niño cayo ahí el verano pasado. 

Si estos esfuerzos sacan alguna muñeca, un labial o se llenan de la basura citadina acumulada no será culpa mía. 

Veré si hay serpiente a plena luz del día, cuando llueva. Si, sere de aquellos tontos que se preguntan que hay debajo de lo que piso, pienso. Si hay ratas o serpientes, alguna de las dos o las dos o ninguna. Algo que valga la pena la mordedura. 

Huesitos de niños roídos. Una capa, una mascara y carboncillos.

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