Dios es.

 Comprender los mandamientos. La monja trata de explicármelos como si no supiera como vivir mi vida, respirar mi aire, Tomo unos sorbos de vino comprando la complicidad de escucha que necesito para soportar esta clase de MAXIMAS UNIVERSALES. No entiendo. Para que vivir reglamentado si puedes controlarte a ti mismo. 

Carlita esta perdiendo su droga, el "dealer" de la cuadra se muda y no pierde a el o su comercio. Pierde su inmediatez y menos gasto de energía que produce esperar o ir hasta la otra punta de la ciudad, Cada esquina esta prendida fuego Marcelo, le dice ella amiga de infancia y confiable hasta las cejas. Bueno, cejas que se hace con Dalia, la estilista de medio pelo, medio calva. Que se yo votante de Dios, dios este hecho a la media de nuestra creencia. De los lugares recónditos, perdidos en los que vamos a cavar tesoro que llevamos dentro,  Carlita tiene la fe enrolada acompañada de canciones melosas y gansters. Extraña a su novio, chongo de hace tres meses. Lo conoció por amigos de amigos de Marcelo,

Mientras mas lejos mejor. Quiere desvestirse en una playa y correr arena en vertical. Comprender que los mandamientos no son nada como la droga cotidiana entre sabanas, en la sabana o en una playa fría de Mar del Plata, Amate dice Sor. Yo respondo con la furia de abstinencia. Dios esta entre mi cintura y mi boca, rebotando o consumiéndose en humo perdido, Dios no es hombre, dios soy yo y los ángeles se mudan de cuadra, pelotuda.  Marcelo es un tonto de pocas ganas y yo extraño a aquel de que repetía los sábados por la noche, la fiebre de la misma enfermedad repitiendo la regencia divina entre huesos, carne y músculos.  

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