Descansos.

 Recostado en el heno, Sadam conquista mentalmente una montaña de oro. Corre cuesta arriba, libre de equipaje, solo un pico y bolsa vacía de harina. Un pie le sigue al otro friccionando los tobillos, irritando los huesos cansados de un campesino. Es un día largo de trabajo, plena temporada de arándanos, pepitas de oro negro y morado. El sol esta al a temperatura justa de altura, calienta y no quema. Espanta a los grillo y serpientes pero no las moscas, los mosquitos. Le besan las orejas, aterrizan constantemente en la calva y la nuca. Son cuatro y van turnando para besar sus labios. 

Acomoda el sobrero de cuero y sigue soñando. Corre, corre, corre Sadam. Llegando a la cumbre mientras otros arrastran taladros. Pica, pica, pica Sadam. ¡SADAM! Que no te quiten el sueño. Revisa los bolsillo por huecos. Guarda todo en la bolsa. Guarda, guarda, guarda. Amárrala al pescuezo deslízate por la cuesta mas empinada. Apúrate, lleva el oro a casa. Tanto trabajar para cosechar una vez cada cuanto vez el mar.

¡Oh, no! ¡SADAM!

Te quedaste colgado en una rama. Espera que otros vengan. Ofrece el oro por mano o por espada. ¿viste la bolsa rasgada? Canta ahora Sadam y pierde el tiempo contando negros o soñando asi, con los ojos bien abiertos.

Zumba la mosca. Bsssssssssssssssssssssss

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