poema dedicado a una persona que olvide recientemente.
Espero que lo leas y, si lo lees, espero que no esperes esta espera maldita, este espacio en blanco entre páginas y líneas arrancadas y entre cuadernos debajo de la cama y todos los regalos sin abrir: El olvido. Con este dicho no tengo mucho más que dedicarte, esto es lo último que he retenido. El tesoro está apostado sobre la luna, bajo allá abajo donde los susurros son gritos donde la tierra me llama y donde sé que encuentras el perdón, extendiéndomelo con tus propias manos, me has perdonado los besos, el exceso y los asesinatos que por vos cometería. No tendría la necesidad de pasar el rato en tus otros brazos, imaginando que son tus brazos ni tus cabellos, ni tus palabras, ni tu sonrisa, ni su casual parecido a ti. Qué tonto he sido. Ven a mi estrella caída, soy tu...