si, claro. si, claro.
V oy a volar todo por los aires. La explosión será digna de ver, no en el cielo, en el suelo será el despliegue de un solo color: el rojo candente, fresco, escarlata, delicioso carmín crepuscular. Solo necesito comprar el fuego, el aire que lo alimente. Debo encontrar quién este dispuesto a morir encima de las páginas que suplican un poema que no puedo escribirte. Las fotos arden en mis ojos. Las nubes dirán el tiempo, si llueve, si no llueve. Estos pinceles, estos nudillos, están ansiosos de una celebración y, dejame decirte, que se la merecen como tanto vos morir, pero quizá no tan literalmente. La paciencia se agota en esta negociación interminable, entre negroni y negroni, entre café y acidez estomacal, se desmorona la máscara de amabilidad en la que me he recubierto; la que vos mejor conocías. Encontrémonos entonces antes de que el día se termine, antes que la noche acabe, antes que pidas otro trago, antes de que surja la excusa permanente para dejarme sentado ...